El protagonista y su ambiente

Así comienza a desenvolverse el hilo de la vida de nuestro hombre. Existen tipos lineales, simples, tan evidentes que la conciencia en ellos se orienta fácilmente. La personalidad, entonces, puede revelarse rápidamente. El individuo se manifiesta, pues, más fácilmente inteligente y de mente brillante; todo lo exterioriza con rapidez y puede ser inmediatamente apreciado y fructificar en nuestro mundo. El centro de conciencia de nuestro hombre, en cambio, estaba tan profundamente situado, que permaneció para él mismo, largo tiempo escondido. Él sentía algo inmenso dentro de sí mismo, en su pasado, y una complejidad tan vasta en su propio yo, que le constó un enorme esfuerzo comprenderse, y no pudo hacerlo más que lentamente, trabajosamente, pareciendo, entre tanto, un inepto, tímido, mediocre. Su conciencia debía reencontrarse no sólo en la superficie, sino en lo profundo. No podía vivir por imitación ni aceptar verdades ya confeccionadas para uso práctico. No le era suficiente anteponer a la acción de la vida las acostumbradas simples ideas corrientes o la simple guía de los instintos, sino que sentía la necesidad de avanzar hasta llegar a la sustancia y de darse cuenta directamente de las razones de la vida. Él no sabía y no podía actuar más que en perfecta conciencia. No podía hacerlo de otra forma. Tal era el determinismo de su tipo.

 (História de um homem, cap. V, p.46)

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26
ene
1886