Oración a Dios

Te adoro, Dios de todas las religiones y de todos los corazones, vértice en el cual se funden todas las divisiones humanas, unidad absoluta en la cual se recompone en el orden la infinita multiplicidad de lo relativo.

Te adoro, Dios de sabiduría, poder y bondad, suprema aspiración de la vida que evoluciona, anhelándote desde todos los puntos del universo, convergiendo hacia ti, centro del Sistema del Todo.

Tu eres el Amor y con el Amor sostienes a todas las criaturas, y hacia ti las guías en el fatigoso camino del retorno.

Tu eres el anhelo y el ansia suprema del ser que, decaído y lejos de ti, llora su nostalgia y, en la alegría y en el dolor, en el triunfo y en la derrota, te invoca, porque tu eres la esencia de su vida y ningún ser puede existir sin ti.

Vivir, vivir, siempre más intensamente y cada vez más alto, vivir. Este es el anhelo de todos, y tú eres este vivir. Tú eres la llama de la cual se alimenta todo el universo. Eres una flama que arde de Amor, de tu Amor del cual está hecha la vida.

Ten piedad de esta humanidad que sufre porque quiso huir de ti y ahora carece de tu Amor. Ayúdanos porque sin él nos falta la vida. El odio nos envenena y amenaza con matarnos. Sálvanos del abismo de la destrucción, en el cual el egoísmo de cada quien y la lucha de todos contra todos nos están precipitando. No merecemos ayuda, nos corresponden dolores todavía mayores. La hora es trágica y tú empuñas los destinos del mundo. Acepta la dolorosa plegaria de los humildes que se ofrecen para que se salven también los rebeldes a tu Ley.

Haz que esta visión nos ayude a disipar nuestra ignorancia e iluminándonos, nos impulse por los caminos del bien, para nuestra salvación. Haz que nuestro mundo se reconstruya cada vez más, del caos al orden, de la separación a la unión, de la guerra a la paz, del odio al Amor.

Ayuda y sostén el esfuerzo de los buenos que luchan en este sentido, de los solitarios que en este infierno de perdición, trabajan por la salvación.

Haz que para ellos sirva de consuelo esta visión de tu orden. Él es suprema orquestación de fuerzas que asombra a la mente, es música de dulcísimas armonías que arrebata al corazón. Conocerte siempre mejor es el anhelo de los buenos, conocerte para amarte cada vez más es su sueño, amarte para siempre más intensamente vivir reencontrándote y a ti retornando, es el irresistible impulso de su vida.

Estamos a tus pies, hijos rebeldes e ingratos, invocando. Tú nos abres los brazos y nos llamas, e igualmente nosotros nos volteamos hacia otro lugar, rechazándote.

Con tu sabiduría ilumina las mentes, con tu poder sostén nuestra debilidad, con tu bondad amansa la fiera humana, con tu amor apaga todos nuestros odios. Llévanos hacia ti, hacia lo Alto de donde caímos, de manera que todas las criaturas vuelvan al seno de su creador, allá donde solamente es posible encontrar la felicidad; vuelvan al seno de Dios, centro y alma del Todo, el alfa y el omega del ser, punto de partida y de llegada de nuestro largo y doloroso camino que se extiende hacia ti, última meta.

                                                           San Vicente (Santos), Navidad de 1.956

(In.: EL SISTEMA)

26
ene
1956