Encuentros con Einstein II

El pensamiento

Aproximándome del Prof. Einstein y de su pensamiento, comprendí una cosa: la alta matemática está muy próxima de las especulaciones filosóficas. Esto, para mí, estableció un puente entre la ciencia y el espiritualismo. Desde entonces encaré los problemas del espíritu, no solamente como biológicos, sociales, artísticos, místicos, espirituales, filosóficos, religiosos, etc., pero también como problemas estrictamente científicos.

Comparando los resultados alcanzados por Einstein con los alcanzados por los otros científicos modernos, llegué a la conclusión de que, de tanto profundizar sus investigaciones, la más adelantada ciencia materialista habría de encontrar el espíritu. Creí que la ciencia, estudiando siempre más a fondo nuestro mundo psicodinámico, no podrá dejar de descubrir en él el pensamiento que lo dirige, la inteligencia que la ley de los fenómenos nos revela.

Einstein me enseñó que la nueva física debe confiar siempre más en los matemáticos, que elaboran sobre abstracciones, alejándose del viejo concepto del materialismo científico. La ciencia actual, de hecho, se abstrae, cada vez más, de la realidad sensorial, en una constante disminución de contactos, construyendo una especie de vacuo hecho de una realidad más verdadera, porque más profunda, en la forma de la lógica matemática. Este progresivo afirmarse del pensamiento puro, denota una efectiva elevación en dirección al espíritu; quiere esto decir que la ciencia está llegando, por si sola, sin intervención espiritualista, a admitir que la ultima realidad del universo es el pensamiento, un pensamiento cósmico, en el que el hombre está sumergido, de que hace parte, pero que existe independientemente de él.

Esta es la revolución que se está operando en el propio seno del materialismo; este es el mayor valor de los descubrimientos modernos, porque en ellas se encuentra completa la semilla de un futuro desarrollo de la ciencia en el espiritualismo. Este no se apoyará más apenas sobre la fe y la revelación, pero basada en pruebas positivas, racionalmente demostradas. Hoy llegamos a un punto que no ofrece otra salida, he aquí el último elemento de la materia, el electrón, es reconocido como un aglomerado de ondas, y está probado que la ultima substancia de la realidad es mera concentración de energía ondulatoria. Cualquier substrato material desaparece; la solidez sensorial del mundo físico queda así reducida, por puro proceso lógico, a una sencilla representación relativa a la posibilidad, también relativa, de nuestra percepción. Hoy se comprende que la ultima esencia de la materia es abstracta, un imponderable, puro pensamiento de la mente directiva del universo, el pensamiento que puede crear, como su expresión, el universo físico.

Así la concepción materialista quedó reducida a casi nada, por obra del propio realismo y no del idealismo. Penetrando en mayor profundidad, el materialismo acabó por confundirse con el espiritualismo. En el fondo hay apenas un “quid” que, cuando asume la forma sensorial, se llama materia. Y, un día, la ciencia verá que ese “quid” es el puro pensamiento que construye el elemento genético de la creación de la materia de nuestro universo físico.

Fue Einstein que me mostró ese puente lanzado por la Física en el campo del espíritu. De ahí nació la posibilidad de una concordancia entre las conclusiones de él y las del sistema explanado en sus libros.

* * *

Al comienzo del año 1950 los periódicos publicaron una noticia sensacional: El gran matemático Einstein descubrió una nueva teoría por la cual habría sido encontrado el anillo que faltaba para la concepción unitaria del universo. Con la célebre teoría restricta de la relatividad, Einstein ya había demostrado, por medios matemáticos, mas tarde confirmados experimentalmente, la estrecha relación cuadridimensional entre las dos dimensiones – espacio y tiempo. Entre tanto, faltaba aún la demostración matemática de la relación entre todas las fuerzas  cósmicas y, por consiguiente, de su unidad. Esto se consiguió con la nueva teoría, la que Einstein llamó “Teoría Generalizada de la Gravitación” y la “Teoría del campo unificado”, que termina con cuatro ecuaciones todas igual a cero. Esa teoría explica el origen de todas las fuerzas del universo. Se encontró, así, intima relación entre la electricidad y la gravitación que, de esa forma, asume  un concepto completamente nuevo, muy diferente del de la física mecánica Newtoniana que, hasta hoy, había sido aceptada por todos. Esa afinidad hace de la electricidad y de la gravitación dos fuerzas afines, hermanas, derivadas del mismo principio unitario. He aquí el elo que faltaba para demostrar la concepción monástica y unitaria del cosmos.

En nuestro caso, el hecho es simplemente éste: aquello que los periódicos dijeron haber sido entonces descubierto por los medios matemáticos, ya lo había sido, por el camino metapsíquico, dieciocho años antes, siendo publicado el descubrimiento en 1932, por la primera vez, en la Revista Ali del Pensiero de Milán, y, después inserta en el volumen La Gran Síntesis bien difundido en Europa y en las Américas del Norte y del Sur.

Todos pueden verificar que allí están desarrolladas no sólo la teoría de la evolución de las dimensiones que, filosóficamente, completa y encuadra en toda la escala de las dimensiones la concepción matemática de Einstein del “continuo” espacio-tiempo, pero también la propia afinidad entre la electricidad y la gravitación, que, con la íntima naturaleza de esta última, ya habían sido explicada en el capítulo XXXVIII de La Gran Síntesis: “Génesis de la Gravitación”.

Allí, entre otras cosas, se dice: “Las radiaciones conservan todas las características fundamentales de energía cinética que les dio movimiento y es esa comunidad de origen que establece entre ellas afinidad de parentesco. Otra prueba del parentesco de las fuerzas dinámicas, está en la calidad de la luz, derivación próxima, por evolución, de la energía gravídica (…) Se podría decir que la luz pesa, esto es, que la luz sufre el influjo de los impulsos atractivos y repulsivos de orden gravídica; existe una presión de las radiaciones luminosas. Diré más: Todas las radiaciones ejercen, en su propagación, una presión de orden gravídica; presentan fenómenos de atracción y repulsión, en relación directa con sus proximidades genéticas, en su sucesión evolutiva, con su protoforma dinámica, la gravitación”.

Y concluye así: “Orientad vuestras investigaciones en este sentido; analizar por medio del cálculo estos principios y la ciencia llegará a descubrimientos que revolucionarán”. Esto, como si previera que sólo por el caculo se podría iniciar la demostración, como después sucedió.

El control experimental, realizado con las medidas tomadas y en las fotografías tomadas en varios eclipses de sol, confirmaron todo eso, junto con la teoría de Einstein, esto es, que los rayos luminosos quedan curvados por la atracción. A pesar de que hoy el Dr. Freudlick, ya colaborador de Einstein en el observatorio de Potsdam, crea que la curvatura de los rayos luminosos supera de 30% la previsión teórica, el principio general queda siempre el mismo.

También, a pesar de que hoy parezca que la luz emitida en campos gravitacionales intensos es dislocada en dirección del rojo del espectro, y el valor de la derivación sea diferente de aquel previsto por las formulas de Einstein, el principio general permanece, también, siempre el mismo.

Y, a pesar que la teoría de la relatividad generalizada esté adquiriendo mayores desarrollos con los retoques de los nuevos científicos, el primer gran descubrimiento  de Einstein nunca perderá su valor fundamental.

Aquí, por amor a la verdad, necesito aclarar, para evitar equívocos, que nadie afirma que La Gran Síntesis hubiera anticipado la fórmula matemática expresa por Einstein en su Teoría Generalizada. Nadie quiere reivindicar la prioridad en ese campo. La Gran Síntesis sólo focalizó los conceptos filosóficos de los mismos principios y, tan sólo en ese sentido se entiende su prioridad. Se trata del descubrimiento y enunciación de la misma verdad, pero por forma diferente, una en el campo físico-matemático, otra en el campo filosófico. La primera es un producto particular de una profundísima especialización, la segunda hace parte de un sistema y queda encuadrada en  una filosofía universal. Así concordaron, llegando al mismo punto, quien siguió el camino del raciocinio y aquel que escogió el camino de la intuición inspirativa. De esa forma la lógica matemática estuvo de acuerdo con los procesos intuitivos, y ambos se comprendieron recíprocamente.

Por dos caminos diferentes el alma humana buscó alcanzar el mismo centro de la unidad del todo, sea por medio de la formulación filosófica, sea por la vía matemática. Esto quiere decir que todo pensamiento proviene de “uno” y que no puede quedar orientado sino en una dirección; la de “uno”.

Así, antes de leer La Gran Síntesis, (1951), el Prof. Einstein confirmaba con la demostración matemática uno de los conceptos fundamentales del sistema filosófico de ese libro. Cuando en el año de 1950 Einstein dio a conocer su nueva “Teoría Generalizada”, numerosos periódicos trataron el caso. El ahora fallecido Enrico Fermi de la Universidad de Chicago, “Instituo de Estudios Nucleares”, en una carta personal, dio confirmación de la demostración matemática, reportándose a la supra citada prioridad filosófica.

Pero el punto final, para ambos pensamientos, era la idea central de la unidad del todo. La última idea, objetivo tanto de Einstein como de La Gran Síntesis (me permito esta aproximación una vez que ese libro no es obra mía) es la misma, a pesar de expresada en fórmulas diferentes. Por el desarrollo de los conceptos de La Gran Síntesis en el volumen Dios y Universo, también fue posible llegar hasta  una fórmula matemática que es sintética y conclusiva de todo el sistema filosófico universal de La Gran Síntesis. De modo que podemos confrontar, una cerca de la otra, estas dos fórmulas matemáticas que en un espacio mínimo expresan, concentrados, los más vastos y poderosos conceptos, que sintetizan los mayores procesos fenoménicos del cosmos.

Einstein concentró sus conclusiones de su teoría generalizada con las siguientes cuatro ecuaciones, todas iguales a cero:

Gik,s = 0                  Ti = 0

Rik,l + Rkl,i + Rli,k = 0

Rik = 0

Encontrándose, así, intima relación entre la electricidad y la gravitación, se explica el origen común de todas la fuerzas, de ese modo electricidad y gravitación son dos fenómenos conexos, hijos del mismo principio único, sustentando así la concepción unitaria del universo. Aquí está la llave de los secretos de la constitución de la materia y del descubrimiento de la energía nuclear. Pero no podemos explicar más en un solo artículo.

De otro lado la formula conclusiva del sistema del cosmos es expresa en dos expresiones limitadas, que sintetizan en fórmula matemática el proceso involutivo y evolutivo, que constituyen las dos mitades del ciclo del universo. Esta fórmula se encuentra en el libro Dios y Universo capítulo VIII: “Concepto del problema del ser”. Quien quisiera conocer  el proceso matemático usado para llegar a esa conclusión sintética, lea aquel libro, en el capítulo de arriba.

He aquí las dos expresiones limites que, en la fórmula simbólica del lenguaje matemático, sintetizan el ciclo de todo ser.

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lim  ∆              = S-∞

t → max i

___________________________

lim  ∆            = S+∞

t → max e

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La primera expresión nos representa el mismo universo que, en el extremo límite de la primera mitad, involutiva, del ciclo, llegó al polo negativo de la destrucción en el mal y del aplastamiento del espíritu en la oscuridad de la materia. Esta puede ser llamada la formula del descenso o de la derrocada.

La segunda expresión nos representa el mismo universo que, en el extremo límite de la segunda mitad, evolutiva, del ciclo, llegó al polo positivo, (que fue por tanto de partida y ahora es de llegada), el polo de la reconstrucción cumplida en el bien y de la liberación del espíritu de la oscuridad de la materia, en la luz de la Verdad, en el seno de Dios. Ésta puede ser llamada la formula de la subida o reconstructiva. Ella es también la formula resolutiva del universo, porque, al final, el fin y el principio coinciden en el mismo punto, reuniéndose en un ciclo que sólo se cierra sobre sí mismo.

La primera fórmula se puede leer así: en el límite del universo u organismo de universos (∆) la substancia, por el llegará a ser o transformismo fenoménico, llegó en el instante máximo final del semiciclo involutivo (inicial del semiciclo evolutivo), donde ella se encuentra toda en estado de infinito negativo.

La segunda fórmula se puede leer así: en el ímite del universo u organismos de universos (∆) la substancia, por lo que llegará a ser, o transformismo fenoménico, llegó en el instante máximo final del semiciclo evolutivo (final también de todo ciclo, instante en que todo retorna al estado incial) donde ella se encuentra toda en estado de infinito positivo.

Así las dos fórmulas, la primera de la destrucción, y la segunda, de la reconstrucción, se complementan en un solo ciclo, hecho de dos mitades inversas y complementares.

De ese modo la investigación científica del gran matemático de la teoría restricta y de la teoría general de la relatividad, profundizando su mirada racionalista en los abismos del misterio, alcanzó la misma unidad y percibió un brillo de la Verdad, por la misma presencia de la inteligencia de Dios, cuando él concluye con este pensamiento: “Mi religión consiste en una humilde admiración por el ilimitado Espíritu superior, que se revela en los mínimos pormenores, que nosotros podemos percibir con nuestras frágiles y débiles mentes”.

San Vicente – Abril de 1955

PIETRO UBALDI

26
ene
1955